Las mujeres víctimas de violencia doméstica al huir de sus hogares frecuentemente lo hacen sólo con los hijos y la ropa que llevan puesta. Están tan desprotegidas que muchas de ellas viven en plazas, hospitales, o deambulando por las calles, y durmiendo donde les toque en el momento. Ellas y sus hijos, viven una orfandad que no pidieron vivir pero a la que llegan hartas de golpes e insultos. Es necesario encontrar una empresa, organismo público o privado, corporación, etc que apadrine a estos niños y mujeres para que logren rehacer sus vidas en una vivienda digna. Entre todos podemos.
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